jueves, 30 de diciembre de 2010

El yacimiento de La Pancha 1



El yacimiento de La Pancha 1 se encuentra a unos 50 metros al oeste de la torre derecha y se extiende por todo el área cercana a ella. Comprende una fase de ocupación fenicia como consecuencia seguramente de la expansión industrial de Morro de Mezquitilla a finales del siglo VII a.C. Una de las actividades principales de este centro fue sin duda la producción de cerámicas.
Tras un periodo de abandono, el enclave se vuelve a urbanizar en época alto-imperial siendo sus principales económicas, la agricultura y la pesca, destacando como un centro manufacturero de los productos de la mar.

Las primeras noticias de este yacimiento se remontan a 1990 con motivo de unas prospecciones arqueológicas superficiales de urgencia llevadas a cabo en el término municipal de Algarrobo, donde se recuperaron multitud de restos cerámicos pertenecientes a época fenicio-púnica y al alto imperio romano.
No es hasta septiembre de 2003 cuando por motivos de unas obras de cimentación aparecen restos de muros e infinidad de fragmentos cerámicos, en su mayoría fenicios.
Tras la detención de las obras, meses después comenzaron los sondeos arqueológicos en el solar afectado del que solo se pudo excavar algo menos de una cuarta parte de los 3000 metros cuadrados que ocupaba la parcela. El resto había sido destruido tras los removimientos efectuados por las excavadoras.
Tras la campaña de sondeos que ocupó cuatro meses se dejó al descubierto varias estructuras pertenecientes a distintos niveles de ocupación y una cantidad importante de material cerámico.


El yacimiento de La Pancha 1 comprende 4 fases constructivas:

La primera y más antigua corresponde con restos de muros y pavimentos de guijarros muy deteriorados relacionados con estancias o habitaciones que datan de finales del siglo VII y principios del VI a.C. Asociadas a ellas se documentan platos de barniz rojo, lucernas y restos de ánforas tipo Trayamar 1 (T-1)

La fase constructiva II, vinculada al siglo VI a.C., consta de muros pertenecientes a estancias y un almacén, dotados de un finísimo pavimento de guijarros del río y lascas planas de pizarra. En dicho almacén se documentó un importante elenco de ánforas T-1 que quedaron in situ tras un derrumbe. Al sur existió un vertedero de piezas cerámicas, muchas de ellas con defecto de cocción, lo cual indica la presencia de un alfar en las inmediaciones.

La fase constructiva III coincide con el último periodo de asentamiento fenicio en la Pancha 1, finales del S. VI a.C. y corresponde con escasos restos de muros muy deteriorados a causa de la ocupación de la fase posterior.

La fase constructiva IV se inicia tras un largo abandono del lugar de casi cinco siglos, ya en época del alto imperio romano (Siglos I-II d.C.). A ella se le asigna un gran muro de mampuestos que sirvió de lindero al sur, una fosa con restos cerámicos y de cenizas; y restos de cimentaciones muy deterioradas por las acciones agrícolas posteriores. Asociada a esta fase cabe destacar la presencia de Terras Sigillatas Hispánicas, un gran dolia romano, restos de ánforas salsarias tipo Dressell y restos de anzuelos y pesas de plomo para redes.


En la actualidad, el yacimiento de La Pancha 1 se encuentra enterrado y protegido bajo un edificio próximo a la torre derecha, por lo que no se puede visitar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DEL MORRO DE MEZQUITILLA.


El yacimiento de morro de mezquitilla se encuentra en un cerro costero de unos 30 m. sobre el nivel del mar, situado en el margen izquierdo del río Algarrobo. Hacia oriente queda situado, a unos pocos centenares de metros, el yacimiento de las Chorreras y a occidente el de Trayamar.

Este yacimiento forma parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) desde el 11 de mayo de 2010, como Bien de Interés Cultural (BIC) y con la tipología de Zona Arqueológica ( Decreto 291/2010) gozando así de máxima protección.

Su descubrimiento se realizó allá por el año 1967, coincidiendo con la primera campaña de excavación del hipogeo nº 1 de Trayamar. Estas actuaciones fueron llevadas a cabo por el prestigioso Instituto Arqueológico Alemán de Madrid que operaba por ese entonces en los yacimientos de la desembocadura del río Vélez. Tras el descubrimiento accidental de la necrópolis, dicho Instituto llevó una intensa campaña de prospecciones sistemáticas por toda la costa y que dieron sus frutos en las ladera occidental y la terraza sur del mencionado cerro.

A la campaña de 1967 le sucedieron otras tres más: la de 1976, 1981 y 1982, quedando bien definida la fabulosa estratigrafía del Morro.

De los estudios realizados por los excavadores se desprende que dicho cerro presenta tres niveles de ocupación. El más arcaico, relacionado con los estratos más profundos, corresponde a restos de un poblado calcolítico (Edad del Cobre) de la 2ª mitad del tercer milenio antes de nuestra era. A este asentamiento se le relaciona la aparición de varios fosos y algo más de una decena de silos piriformes excavados en la roca, abundantes restos cerámicos pertenecientes a platos hondos y a vasijas de formas esféricas cerradas típicas de esta época, y multitud de hojas de piedra talladas a presión.

El segundo nivel corresponde al periodo de colonización fenicia donde se encuentran muy bien documentadas tres fases. La primera corresponde a finales del S. XI y principios del S. VIII a.C. periodo en que se comienzan a fundar las primeras colonias cananeas. En este sentido podemos presumir de tener el asentamiento fenicio más antiguo del mediterráneo occidental.

A esta fase se encuentran documentadas tres construcciones pertenecientes a edificios de grandes dimensiones y un área periférica relacionada con talleres metalúrgicos dedicados a la transformación del hierro.
La segunda transcurre desde finales del siglo VIII hasta comienzos del siglo VI a.C. A ella pertenecen restos de construcciones, arrasadas en parte en época romana y gran cantidad de material cerámico.

La tercera y última fase correspondería al periodo de decadencia fenicia entre los siglos VI y V a.C.

El último nivel de ocupación correspondería al periodo púnico (S. V-III a.C.) y romano republicano (S. II-I a.C.) a la que se le asocian restos de muros y gran afluencia de material cerámicos correspondientes a esta época.


Desde su descubrimiento el yacimiento del Morro de Mezquitilla ha sido tema de continuos estudios de investigación por parte del IAAM, pero a partir de 1982, la actividad arqueológica cesó.
En el año 2004, tras 22 años de letargo, el cerro vuelve a ser centro de atención al aparecer nuevos restos en la base del ángulo sur occidental en unas obras de cimentación. Tras las excavaciones se pudo constatar que el urbanismo del morro, debido a su crecimiento, se desplazó a la zona baja en época púnica (S. V al III a.C.) donde se efectuaron actividades industriales y comerciales hasta la época bajo Imperial Romana en el siglo II d.C.

Por último, cuatro años más tarde, en 2008 se efectuó una excavación de urgencia en una parcela a varias decenas de metros al oeste de la zona excavada en 2004. Presumiblemente se logró establecer el límite occidental del yacimiento y localizar estructuras relacionadas con el embarcadero-varadero de las embarcaciones que llegaban y partían del enclave.




sábado, 16 de octubre de 2010

El TOPÓNIMO DE ALGARROBO.




Como sabemos la gran mayoría, el topónimo de Algarrobo procede de la lengua árabe, y corresponde con el nombre que utilizaron los primeros fundadores beréberes para denominar a esta localidad.
En efecto, aunque los orígenes de su fundación no son precisos, debemos suponer que fue algún linaje beréber el que se estableció en este lugar, ya que fue esta etnia la encargada de asentarse por todo el Sistema Bético con la llegada de Al-ándalus. Por lo tanto, miembros de estas primeras familias se encargaron, seguramente, de dar el nombre originario a nuestro pueblo.
Hasta hace pocos años, las únicas alusiones al topónimo en cuestión, procedían de fuentes castellanas posteriores a la reconquista: Crónicas sobre la reconquista, Capitulaciones y libros de Apeo y Repartimiento. En estos textos se pueden apreciar la dificultad de los escribanos para transcribir los fonemas arábigos y aljamiados al lenguaje escrito castellano, por lo que es lógico pensar la variación del vocablo original. Así por ejemplo, Andrés Ronquillo, escribano de la comisión encargada del apeo de las propiedades moriscas de Algarrobo en 1572, escribe el nombre de la villa de cuatro formas diferentes: Algarrobo, Algarrovo, El Garrobo, El Garrovo. Otros ejemplos lo encontramos en autores coetáneos a la reconquista (S. XV). Así Diego de Valera y Henríquez Jorquera escriben el vocablo “Alharroba”. Hernando del Pulgar lo transcribe con el nombre de “Alharaba” y el Marqués de Cádiz con el de “Alhoruba”.
Sin embargo, poco a poco empiezan a aparecer textos andalusíes en árabe que aportan luz sobre el topónimo original. Textos como “las memorias de Abd Allah Ibn Buluggin” rey zirí de la taifa granadina y “el Dīwān” de Ibn Farkūn son un ejemplo de ello. En la obra de este último, nos narra como el emir de Granada, Yusuf III, realiza un viaje a Algarrobo sin darnos ningún detalle del motivo de tan singular visita. En dicho texto se puede transcribir lo siguiente: “Al-Jarrūba, min qurà Multumās” ("Al-Jarruba, de las alquerías de Bentomiz”). Así, qaryat Al-Jarrūba (alquería de Algarrobo) es como se denominaba a nuestro pueblo a principios del siglo XV.
Una vez conocida la grafía en árabe de Algarrobo, surgen sin embargo, dudas sobre el origen del étimo Al-Jarrūba (Término que origina un vocablo en otra lengua), como bien indican J. Antonio Chavarría y Virgilio Martínez en su artículo del Anaquel de Estudios Árabes 11-2000, ya que podría proceder del Término Al-Jarrūb, vocablo árabe con el que se nombra a la especie arbórea Ceratonia Siliqua (algarrobo) o más bien se trataría de un antropónino, de hecho se conoce la existencia de algunas familias de origen bereber, los Banū Al-jarrūbī, que se asentaron con anterioridad en Al-ándalus y que cabría la posibilidad de que una de esas familias fundara Algarrobo.
Por último, si observamos el término qaryat (alquería) podremos comprobar la similitud con Karat, de esta forma este extraño vocablo, del cual nadie conocía su origen y algunos lo asimilaban con el antiguo nombre de la villa, queda así resuelto. Por lo tanto la avenida de Karat no es otra cosa que la Avenida de la alquería.

lunes, 3 de mayo de 2010

LOS HIPOGEOS Nº2 Y Nº3 DE TRAYAMAR.

Las tumbas nº2 y nº3 de Trayamar también fueron hipogeos excavados en la roca al igual que la nº1 y la nº4, citadas anteriormente en otras entradas.

Estos panteones del siglo VII a.c. fueron descubiertos por casualidad en el otoño de 1965, en el mismo cerro donde se ubicó el hipogeo nº4, mientras se realizaban labores de abancalamiento en la finca. Por desgracia para todos, estos trabajos continuaron y las tumbas fueron destruidas sin que previamente fueran estudiadas. Sin embargo, algunas personas presentes en este atentado contra el patrimonio, pudieron realizar algunos someros croquis y rescatar importantes piezas pertenecientes al ajuar funerario.

La tumba nº2 se situó en la misma cumbre que la nº4, a unos 20 metros al sur de esta. Tenía planta rectangular y al igual que las restantes, se construyó con hileras de sillares de piedra caliza muy finamente trabajadas por su lado interior. Las medidas fueron de unos 3,80 m. por 2 m. La altura de la cámara seguramente alcanzó los 2 m. Tenía una orientación este-oeste y la puerta de acceso se abría en el centro de su muro este

El conjunto de objetos funerarios que se pudieron extraer de la tumba estaba formado por dos hermosos vasos de alabastro, uno de forma globular y el otro ovoidal. Sendas urnas albergaban en su interior restos de incineración. También aparecieron restos de ánforas y lucernas.


La tumba nº3 se situó en la ladera del cerro a unos 40 metros al oeste de las anteriores. Era rectangular y mantenía la misma dirección que la nº2. Tuvo unas dimensiones de unos 3,80 m por 2,50 m. y su destrucción casi inmediata no dio tiempo a efectuar dibujo alguno. De su interior pudieron salvarse una bellísima urna de alabastro con restos de incineración y parte de otra.

Los hipogeos mencionados en este post, son los que se conocen al oeste de la carretera MA-103 que sube hacia Algarrobo; pero con casi toda seguridad no fueron los únicos. Y es que la rapidez y el secretismo con que se trabajó en estos desmontes, propició el desconocimiento de muchas otras.


domingo, 2 de mayo de 2010

LA ABUBILLA.




Otra de las aves llamativas que surca el cielo de nuestro municipio es la abubilla (Upupa Epops). En Algarrobo, este hermoso pájaro, siempre se le ha llamado "gallico del campo", por el penacho de su cabeza semejante a una cresta.
Es un ave insectívora y vive todo el año en nuestro país.
Es fácil de identificar gracias a su plumaje de color rosado en la cabeza, cuello, pecho y medio dorso. Las alas y la otra mitad de la espalda hasta la cola presentan listas blancas y negras. Tiene una cresta llamativa rosada de puntas negras que puede levantar o bajar a voluntad, y un pico largo y curvado. Con este pico captura insectos y larvas que encuentra en la tierra y en las oquedades de los árboles donde vive.
Suelen medir unos 30 cm y la envergadura de sus alas es de unos 45 cm.
Su canto es muy monótono y da origen a su nombre (Bu-bu-bub).
La abubilla es también inconfundible por su vuelo irregular y ondulante que hace asemejarlo al de una gran mariposa.
La hembra, alrededor de abril y mayo, pone entre cinco y ocho huevos de color pardo rosado en un pobre y maloliente nido que ubica en la cavidad de algún árbol o pared. El mal olor que desprende el nido es tan peculiar y tan fuerte, que delata la presencia de este. Es debido a una sustancia que segrega una glándula que posee debajo de la cola.
En nuestro municipio, la población es escasa, pudiéndoseles ver en zonas de campo abierto y de cultivo, en parajes como la vega, la Coronada, Fuente Ariza o Bentomiz.


domingo, 25 de abril de 2010

EL HIPOGEO 4 DE TRAYAMAR




El hipogeo nº 4 de Trayamar, quedaba en una pequeña colina situada muy cerca de la conocida cuesta de las Palmas.
Esta cámara funeraria quedó al descubierto tras unas obras de abancalamiento, allá por el mes de noviembre de 1967, y fue excavada y estudiada por un periodo de 12 días. Lamentablemente, los trabajos de desmonte continuaron y la tumba se destruyó en febrero de 1968, perdiéndose para siempre la tumba de mayor dimensiones del complejo de Trayamar.
La cámara medía en su interior 3,90 m. de largo y 2,90 m. de ancho. El suelo estaba formado por losas de variados tamaños y formas (cuadradas y rectangulares) bien cortadas y encajadas sobre las que se alzaban las cuatro paredes del hipogeo, realizadas con sillares de caliza y cuya parte inferior se encontró en muy buen estado de conservación. Las tres hileras irregulares de sillares que configuraban los paramentos de la tumba, alcanzaban una altura de 1,30 m. Al igual que la tumba nº1 tratada ya en un post anterior, se pudo constatar también en la tumba nº4 la alternancia de los sillares a soga y tizón, si bien no con la regularidad observada en la primera. También cabe destacar que la longitud de los sillares colocados a soga era desigual. Especialmente característico es el uso de bloques ligeramente trapezoidales y delgados colocados a tizón.
Poseía también, una cuarta hilera de sillares donde se realizaron hornacinas para las vigas de madera de la techumbre. Sobre los muros oeste y este realizaron dos frontones de sillares irregulares y poco cuidados en su acabado para sostener el techo.
La entrada a la tumba se realizaba por su cara este, mediante una puerta de 1,67 m. de altura y 1 m. de anchura.
En la cuarta hilera de los muros norte, sur y oeste, se realizaron unos pequeños nichos. En el de la pared norte se encontró una plaquita de marfil con perforaciones que debió formar parte de una cajita del mismo material. El de la pared sur se encontraba vacío y en el del muro oeste habían dos jarritas de boca trilobulada y una con boca de seta; finalmente, una fíbula (imperdible) con doble resorte.
Los arqueólogos que estudiaron el hipogeo determinaron dos fases de enterramientos:
Una primera de incineraciones, de la que se pudieron extraer varias cuentas pertenecientes a un collar de oro, un anillo de bronce, un ánfora, varios oinochoes y una lucerna de dos picos.
Después de un largo periodo sin ser utilizada, se realizaron dos o tres inhumaciones con un rico ajuar asociado, en el que cabe destacar:
Un colgante de forma cónica, varias cuentas y un medallón ricamente labrado con un tema egiptizante. Un anillo de oro, dos ánforas, varios oinochoes y fragmentos de platos.
Actualmente las piezas del ajuar funerario se encuentran en el fondo del Museo Arqueológico de Málaga

lunes, 19 de abril de 2010

CASTILLO DE BENTOMIZ



Aunque el castillo de Bentomiz no está en nuestro término municipal, es digno de una entrada aquí, ya que domina gran parte de nuestro paisaje e históricamente, durante algunos siglos, la defensa y protección de nuestro pueblo estuvo vinculada a esta fabulosa fortaleza. En varios post intentaremos dar detalles y reseñas históricas de este baluarte que ha suscitado multitud de leyendas e historias y ha sido testigo del devenir de muchos pueblos de alrededor.

Situado en la cima de una gran montaña de accidentada orografía, a unos 709 metros sobre el nivel del mar , el castillo de Bentomiz , construido a principios del siglo XI, fue una fortaleza de las denominadas “husun”, es decir, fortificaciones situadas en lugares estratégicos de difícil acceso y que daban refugio a las poblaciones situadas en el marco de su jurisdicción.

En la actualidad, se encuentra en un estado ruinoso, pudiéndose ver restos de los lienzos de sus muros, varias torres y aljibes.

En los tiempos de su máximo esplendor, la fortaleza contó con un perímetro de unos 1000 metros y una superficie de unos 66.000 metros cuadrados.

La estructura defensiva de “Hins Munt Mas” (con este nombre aparece en los textos árabes) contaba con dos líneas. La primera de ellas era una muralla barbacana, de menos altura que la posterior, que servía para consolidar y guarnecer la muralla principal y las dos puertas de ingreso directo a la fortaleza (aún hay tramos, al sur y al oeste, donde se puede distinguir restos de estos lienzos). La segunda línea, la formaba la muralla principal, que al igual que la barbacana tenía un trazado poligonal irregular debido a la accidentalidad del terreno. Contaba con fuertes y altos muros almenados, reforzados con doce torres dispuestas irregularmente por todo el recinto.
Entre esta muralla y la anterior quedaba un pasillo de unos tres metros, (en algunas zonas tiene más) que permitía fácilmente, la comunicación y los desplazamientos.


Dentro del perímetro de la muralla principal, se distinguen dos grandes zonas:

Una menos extensa y ubicada en la parte más elevada del cerro, quedando delimitada por una muralla torreada y una puerta de ingreso, que funcionó como pequeña alcazaba y que albergó al alcaide de la fortaleza y a la guarnición de soldados. En la actualidad, de esa alcazaba, encontramos restos de lienzos de muralla, dos aljibes subterráneos con forma de cisterna cilíndrica, y que aún conservan el enfoscado de mortero y almagra, y cuatro torres, una de ellas achatada y con base de piedra, denominada popularmente “terradico de la reina”, y otra mucho más notable, semi-albarrana con forma de prisma octogonal, construida con tapial, y averdugados de ladrillo y mampuestos en su base.



La otra zona, mucho más extensa, es el albácar ( del árabe “redil”). Esta área estaba destinada a acoger a la población y al ganado de las alquerías de su jurisdicción cuando estaban en peligro. Actualmente se pueden divisar en esta zona, dos magníficos ejemplares de aljibes del siglo XI. Uno de grandes dimensiones, conserva los arranques de los arcos que conformaban una bóveda de crucería. El otro, más pequeño y construido posteriormente, conserva los arranques de la bóveda de medio punto que se desplomó en siglos posteriores. Ambos aljibes conservan el estucado de almagra que los hacían impermeables. También en la zona este del albácar, se ubican restos de la muralla almenada con su camino de ronda y una plazoleta empedrada junto a restos de viviendas. Al oeste y junto a la torre octogonal se puede divisar los restos de otra que fue cilíndrica y según fuentes escritas, sirvió de estancia.



Como se dijo al principio, esta fortaleza se construyó a principios del siglo XI, en un marco de encastillamientos generalizado en todo Al-Ándalus debido al desmembramiento del califato cordobés y al florecimiento de multitud de reinos independientes al que la historia le ha venido a llamar taifas.
La construcción del castillo, como la mayoría de las grandes obras, necesitó de una gran cantidad de recursos tanto económicos como humanos, así como el empleo de varios años para su terminación. Pero las debilitadas arcas de estos reinos condicionó las técnicas constructivas y el empleo de materiales. En este sentido, los arquitectos y alarifes de Bentomiz se las tuvieron que valer de ingenio para dar una apariencia de fortaleza a los muros del castillo con el menor coste posible. Para la construcción de la mayor parte de los lienzos, se emplearon materiales del propio terreno y utilizaron dos técnicas que en ocasiones llegan a mezclar: La técnica de mampostería ( realizar muros con piedras, ladrillos y argamasa) y la técnica del tapial, consistente en hacer encofrados con enormes tableros e introducir piedras, y mortero de cal y arena que apelmazaban hasta la compacidad. Finalmente, en la parte exterior del muro, le aplicaban un enfoscado de mortero rico en cal, dando así apariencia de solidez. En los muros más visibles, el albañil, con su paleta, realizaba incisiones para aparentar bloques de sillares tallados, dándole aspecto de mayor robustez al conjunto.


A pesar de la poca consistencia de estos materiales, supieron darle la solidez suficiente para que hoy día podamos ver con asombro la magnitud de su obra y como algunos de sus muros resisten a la gravedad.

martes, 13 de abril de 2010

LA COGUJADA.


La cogujada común (Galerida Cristata) es la única ave representante de los aláudidos que queda en nuestro municipio, después de que la terrera dejase de verse por estos campos en la década de los 80.

Con una longitud que nunca supera los 18 cm y una envergadura de unos 25 cm, posee un plumaje pardo grisáceo con marcadas ralladuras oscuras en el pecho. Su pico es delgado y ligeramente curvado. Pero lo característico de este pájaro es el penacho o cresta de plumas de su cabeza.

En el campo de Algarrobo se las puede ver todo el año, ya que no son migratorias y están perfectamente adaptadas a nuestro clima, en terrenos con poca vegetación, en bordes de caminos y sobre todo, posadas sobre los pizarrones; prefiriendo tierra firme que el vuelo.

Aunque son aves solitarias, se las puede ver en pareja, sobre todo en época de puesta. Emite una melodía muy característica y fácil de retener.

Se alimenta principalmente de semillas, aunque en su dieta también incluyen pequeños insectos.

Nidifica siempre en el suelo, preferiblemente bajo los balates y al cobijo de pequeños arbustos. Las puestas se realizan comúnmente a partir de la primera semana de abril y oscilan entre 3 y 5 huevos.

Aunque en los últimos años se las veía en menor número, en la actualidad se aprecia un ligero aumento de su población, aquí en nuestro municipio.

sábado, 10 de abril de 2010

LOS BIENES CULTURALES DE NUESTROS YACIMIENTOS EN EL MUSEO DE MÁLAGA.

De todos es sabido la importancia de los yacimientos que poseemos en nuestro municipio. Sin duda los más conocidos los ubicamos en Trayamar y morro de Mezquitilla. La importancia de estos yacimientos, no solo es evidenciar uno de los primeros asentamientos fenicios en el extremo occidental del mediterráneo, sino también mostrar un rico repertorio de objetos de la vida cotidiana y funerarios, que introdujo este pueblo, y que nos dan información sobre sus costumbres y forma de vida.
Por desgracia, durante años, algunas de estas verdaderas obras de arte, han permanecido guardadas en cajones esperando ser estudiadas, mientras que otras estuvieron expuestas en el antiguo Museo Arqueológico de Málaga situado en la Alcazaba, hasta que fueron también retiradas al público debido a las obras de restauración del monumento malagueño.
En la actualidad, muchas de estas piezas halladas en nuestros yacimientos forman parte del fondo del futuro Museo Arqueológico de Málaga.
Por suerte, existe una aplicación informática denominada DOMUS destinada al catálogo y gestión de los bienes culturales custodiados por los museos andaluces, que nos muestra los fondos del museo de Málaga, y por tanto, aquellos bienes materiales procedentes de Algarrobo y su municipio. Si tienes curiosidad por conocer algunos de estos objetos, o para profundizar en el estudio de ellos, o para realizar algún trabajo sobre nuestro patrimonio... Pincha en el enlace a Domus y en la barra lateral izquierda, pulsa acceso a fondos, y en la busqueda avanzada, escribe en Procedencia/ hallazgos : Morro de Mezquitilla o Trayamar.

martes, 6 de abril de 2010

EL HIPOGEO Nº1 DE TRAYAMAR.


En la entrada anterior, hacíamos una introducción explicando un poco de la historia del descubrimiento de una de las necrópolis fenicias más importantes del Mediterráneo occidental, y lo que supuso para la comunidad investigadora. En las siguientes entradas, iremos tratando individualmente cada una de las tumbas, con el afán de divulgarlas aportando algún dato nuevo, pero sin hacer un estudio exahustivo, ya que para ello, existen brillantes trabajos monográficos cuya bibliografía la expondremos en otra entrada, por si alguien quiere profundizar.

Como ya se dijo en el post anterior, la denóminada, por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid (IAAM), tumba nº1, apareció fortuitamente tras las obras de construcción de una alberca en la finca de Trayamar allá por el año 1930.

Las campañas de excavación y acondicionamiento se produjeron en 1967 y 1969.

El hipogeo se ha conservado muy bien, excepto el muro de su lado occidental que fue afectado por las obras.

Se construyó con grandes sillares de diferentes tamaños, colocados de forma alterna a soga (disposición del sillar siguiendo la dirección del muro) y a tizón (colocación del sillar de forma perpendicular a la dirección del paramento). La cámara funeraria posee unas dimensiones interiores de 2 X 1,90 m., y una altura de 1,50 m. conformada por tres hileras de grandes bloques de piedra y una cuarta de sillares planos.

La entrada se sitúa en el lado oriental, a la que se accedía por medio de un corredor en rampa esculpido en la roca de 6,24 m. de longitud. Dicha puerta está coronada por un dintel formado por dos sillares unidos por una junta oblicua. En la jamba (lateral de la entrada) izquierda, posee una pequeña hornacina cuadrada esculpida en el bloque. Sobre el dintel, hay dispuesto un frontón de 1,90 m. de sillares irregulares con la finalidad de sostener la techumbre inexistente.
Aunque los primeros fenicios en establecerse en nuestra costa datan de finales del siglo VIII a.c., el uso de los hipogeos de Algarrobo se fechan a mediados del siglo VII a.c., en el que según los expertos, fueron reutilizados varias veces, constatandose una primera fase de incineraciones y otra posterior de inhumaciones. Esta camara dejó de utilizarse a finales de ese mismo siglo.

De las excavaciones del año 1967, se pudieron recuperar intactas de la primera fase: dos ánforas de engobe rojo, una jarra de boca trilobulada y una lucerna de dos picos. Y otras dos ánforas y varias jarras de boca trilobulada de la segunda.

Según los objetos hallados en el interior, y los materiales empleados en la tumba, se llegó a la conclusión que se trataba de un panteón familiar perteneciente a miembros de la clase dirigente fenicia (Sacerdotes o altos cargos relacionados con la metrópolis de Tiro) instalados en Morro de Mezquitilla.

Como dato curioso, hay que decir que debido al conocimiento de los patrones de asentamiento fenicios, el hallazgo de este hipogeo, permitió al IAAM localizar el poblado al que pertenecía esta necrópolis: El Morro de Mezquitilla.

sábado, 3 de abril de 2010

NECRÓPOLIS DE TRAYAMAR.





Corría el año 1930, cuando un grupo de trabajadores realizaban una fosa para la construcción de una alberca en la finca del “Ceregumil”. De repente en el lado occidental de la obra, se produjo un derrumbe apareciendo una oquedad entre unos enormes bloques de piedra. Del interior, el dueño de los terrenos pudo recuperar una serie de objetos que a su parecer resultaban muy antiguos y extraordinarios.

Treinta y cuatro años más tarde, con motivo de las campañas de excavación de los Toscanos por parte de Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, aquellos objetos fueron vistos por los directores de las prospecciones, que corroboraron la importancia del hallazgo.

Entre 1967 y 1969 los arqueólogos de este mismo Instituto constataron la existencia de cinco magnificas sepulturas de las que solamente dos pudieron ser estudiadas exhaustivamente. Surgía así los restos más antiguos de civilización en el término de Algarrobo, denominándose al complejo recién aparecido como Necrópolis de Trayamar.

Este complejo de tumbas compuestas por cinco hipogeos de mediados del siglo VII a.c. se localizaba en el área comprendida por la finca de Trayamar y un cerro que queda a la izquierda de la carretera conforme subimos hacia Algarrobo. Con las excavaciones de 2006, el área de la necrópolis se hizo más extensa al aparecer restos de sepulturas púnicas en forma de cista e indicios de enterramientos de tipo pozo un poco más al sur, en la finca de la Pancha.

En la actualidad, de esta importante necrópolis sólo quedan la denominada tumba nº1 que fue la descubierta en 1930 y la cista de la Pancha excavada en 2006, las restantes, lamentablemente, fueron destruidas

Con la aparición de este importante yacimiento se pudo estudiar más a fondo cómo era la estructura social de los colonizadores procedentes del oriente mediterráneo, así como, parte de las tradiciones y técnicas constructivas funerarias utilizadas por los fenicios, y afianzar el modelo de asentamiento de este pueblo navegante, por todo el litoral andaluz.

Finalmente, la necrópolis de Trayamar forma parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) desde el 11 de mayo de 2010, como Bien de Interés Cultural (BIC) y con la tipología de Zona Arqueológica ( Decreto 291/2010) gozando así de máxima protección.

jueves, 1 de abril de 2010

ORQUÍDEAS DE NUESTRO MUNICIPIO.

Si observamos el paisaje de nuestro municipio, nos damos cuenta que todo su territorio está fuertemente humanizado: Núcleos de población, polígono industrial, Cortijos, carriles, tendidos eléctricos, carretera... y sobre todo explotaciones agrícolas. Este factor humano no viene de ahora, ya que las necesidades económicas de los pueblos que nos precedieron hicieron que poco a poco el monte mediterráneo se fuese convirtiendo en parcelas de cultivo, desapareciendo así las extensiones de encinar, algarrobos y toda la vegetación asociada al bosque mediterráneo fueron transformándose en viñedos, olivares y huertos principalmente.

Actualmente, la vegetación de sustitución de ese bosque queda limitada a caminos y veredas así como antiguos campos de cultivo que fueron abandonados en décadas pasadas. La entrada de hoy y otras sucesivas, irán dedicadas a difundir especies vegetales silvestres que por su belleza o peculiaridad son dignas de pertenecer a nuestro patrimonio natural.
Con la llegada del mes de marzo y en zonas exclusivas de algunos montes del norte de Algarrobo surgen tímidamente ejemplares de una de las dos variedades de orquídeas silvestres que podemos contemplar en el municipio.


La Ophrys tenthredinifera es una planta que crece en zonas de matorral y preferiblemente soleadas. De unos 30 cm de altura, tallo recto de 3 a 8 hojas basales oblongas y espigas de tres a ocho hermosísimas flores que poseen un labelo de marrón oscuro, con lóbulo central aterciopelado. Posee tres sépalos cóncavos de color rosado con los nervios verdes. La peculiaridad de esta orquídea es que es polinizada por seudocopulación en que los machos son seducidos por la apariencia de la flor que imita a la hembra de una especie de avispa o abeja.
Para saber más sobre esta orquídea pincha aquí.

A mediados de marzo, florece también en estos mismos parajes otra especie de orquídea que espolvorea de un bello color púrpura los eriazos de Algarrobo. Es la orchis papilionácea u orquídea mariposa. Si quieres saber más sobre esta planta pincha aquí.


Si te gusta andar por el campo y te llama la atención estas bellas plantas, ahora tienes la oportunidad de disfrutarlas, es su temporada y recuerda que si las respetas, otros podrán disfrutarlas al igual que tú.

martes, 30 de marzo de 2010

LA TORRE LADEADA.



Denominada también “del Portichuelo”, es una torre almenara del tercer cuarto del  siglo XVI. Obra del arquitecto Luis Machuca. Alcanza unos 9 metros de altura y tiene forma troncocónica.


Posee un cuerpo macizo a base de mampuestos irregulares de piedra y cal. La cámara del vigía está en la parte superior, a la que se accedía por medio de una puerta a unos seis metros de la base . En dicha entrada, tanto las jambas como el pequeño arco de medio punto son de ladrillo rojo.

La cámara, de pequeñas dimensiones, posee una pequeña ventana que mira al sur y una escalinata en la pared que da acceso al hollado de la torre, desde donde se hacía la vigilancia y el rebato con las almenaras en caso de peligro. 


La terraza posee un pretil alto bastante deteriorado. En su origen, disponía de cuatro ladroneras o matacanes orientados a los cuatro puntos cardinales, apoyados sobre un par de ménsulas de piedra cada uno.



La finalidad de esta torre al igual que muchas otras del litoral fue la de vigilar la costa de posibles ataques piráticos berberiscos, frecuentes en aquella época.
La guarda costera de estas torres se complementaba con una compleja red de guardas y atajadores que avisaban a la población y a los puestos militares en caso de avistamientos de naves enemigas.  

La inclinación de unos 18º que posee la torre en la actualidad, se debe a que sus cimientos, poco profundos, se realizaron sobre la misma arena de la playa y las regresiones del mar y los fuertes vientos la hicieron ladearse.


lunes, 29 de marzo de 2010

LA TORRE DERECHA.




La torre derecha o " Nueva" es una torre artillada construida a mediados del siglo XVIII, bajo el reinado de Fernando VI.  Dicho baluarte es obra del ingeniero Juan Zahoras.

Su construcción se realizó para sustituir a la torre ladeada, dentro de un proyecto de refuerzo de la guarda costera llevada a cabo por el antiguo virrey de Nueva Granada y recién nombrado ministro de la Guerra , Sebastián de Eslava.
Durante los años que permaneció operativa, tuvo la finalidad de proteger el litoral de las posibles incursiones de naves procedentes  de Gibraltar ocupada desde 1704 por los británicos y para controlar el contrabando.

La torre se realizó en dos fases: Una anterior al 16 de julio de 1755, en la que se construyó el primer cuerpo de la torre y parte de la escalinata de ingreso, y otra a partir del 16 de julio de 1755 en la que se prosiguió la construcción, tras un periodo de paralización de la obra, quedando terminada en agosto de ese mismo año.



Erigida por medio de mampuestos irregulares y cal, presenta en su estructura tres partes notables:
Al contrario que la mayoría de nuestras torres del litoral, la derecha presenta un primer cuerpo arrevellinado y hueco de forma troncocónica. Sus dependencias sirvieron como almacén y polvorín. A ellas se accedía a través de una trampilla que hay en la parte central del segundo cuerpo, por medio de una escalera de madera.



El segundo cuerpo de la torre es cilíndrico y su interior conforma la estancia principal donde permanecía la guardia.  Mirando al norte, se sitúa la entrada de ingreso constituida por un arco escarzano ciego, provisto de dos pequeñas troneras por donde pasaban las cadenas del puente levadizo que servía a la vez de puerta, y un vano coronado por un arco de medio punto. Encima de la puerta existió un pequeño cuerpo voladizo apoyado sobre cuatro ménsulas talladas de piedra caliza. Este cuerpo denominado matacán o ladronera, servía para cubrir los ángulos desguarnecidos de la puerta de ingreso. Ya, en la parte superior y rodeando todo su perímetro, la torre presenta una imposta de piedra caliza que le da un toque ornamental a la construcción.


El interior es también un cilindro rematado por una cúpula de ladrillo a base de anillos concéntricos que se rematan con una clave en forma de cruz. Existe una gran chimenea en su parte oriental, que utilizaban los peones para cocinar y para calentarse durante la estación invernal. En la parte oeste existe un vano o puerta donde se sitúan las escaleras de peldaños altos que conducen al hollado o terraza. En el tramo de subida, nos encontramos con una pequeña ventana que servía para iluminar la estrecha escalinata.



El hollado, es la parte superior de la torre. Desde allí se realizaba la vigilancia de la costa y se procedía a las ahumadas en caso de peligro para avisar a la población y a las otras torres. En dicha terraza hay un pequeño casetón que cubre a las escaleras, y junto a él, se sitúa una garita. Finalmente, en su parte sur, hay un rebaje del pretil de protección que sirvió para colocar un par de piezas de artillería.



Al contrario que la gran mayoría de las torres vigías del litoral malagueño, su ingreso se realizaba a través de un cuerpo de escaleras o patín que se situaba frente a la puerta, y no con escalas de madera, como era lo común.
Al igual que su homónima de Cabo de gata, esta pudo albergar 8 soldados de infantería, 4 de caballería y 2 de artillería.

  En 1763, Juan de Urbina informa que tiene dos torreros, dos cañones de a 4 libras y tres fanegas de tierra de regadío para su subsistencia, aunque por el nuevo Reglamento de 1764 se informa que su dotación debe ser de un cabo y tres torreros.

   En 1765, Esteban de Aymerick informa que es capaz de albergar dos cañones de a 16 libras y que habría que hacerle una sobrebóveda y otras pequeñas reparaciones, lo que es confirmado en el Plan General de Obras redactado por José Crame de 1767.

   En 1830, Mauricio Rodríguez informa que contaba con dos culebrinas, pero en ese momento solo contaba con un cañón de 18 libras arrumbado en la batería, sin dejar espacio para acoplar un segundo cañón: que su guarnición era de un cabo y tres torreros, pero que sería conveniente dotarle con un artillero.

   En 1857, Francisco Herrera García la describe de la siguiente manera:

   "Colocada en un Mogote á la desembocadura del Río mismo nombre, y en su margen derecha. Dista de la Torre anterior [torre de Lagos] media legua. Su forma, de planta circular, presenta un solido compuesto de un cono truncado desde los cimientos hasta la mitad de su altura, desde cuyo punto, hasta su remate, es ya un cilindro.

   Tiene 45 varas de circunferencia inferior y treinta y cinco en la parte superior. La escalera es de fábrica, aislada, y se comunica por un puente levadizo.

   Además de la batería que ocupa la parte superior, tiene esta Torre dos estancias: la principal, en que habitan los Torreros, subdividida con un suelo cuadrado para dormitorio de la Tropa, y en el piso bajo está el repuesto.

   Tiene por objeto esta Torre, además del de vigilancia, defender a Levante la desembocadura del Rio y la playa contigua y por Poniente la playa de la Torre del Mar en todo su alcance, su posicion es propia para su objeto. Necesita varios reparos"