lunes, 27 de junio de 2022

RECIENTES ESCAVACIONES EN LA ZONA MÁS NOROCCIDENTAL DEL YACIMIENTO DEL MORRO DE MEZQUITILLA MUESTRAN POSIBLES EVIDENCIAS DE RESTOS DE UN RITUAL FENICIO-PÚNICO

                    


Las actividades religiosas y las prácticas rituales eran aspectos esenciales en la vida de las comunidades fenicias y púnicas. Lograr buenas cosechas, realizar travesías tranquilas y viajes seguros, obtener protección frente a las calamidades, las plagas y las enfermedades, conseguir embarazos y nacimientos sin ninguna complicación, eran las principales preocupaciones cotidianas de estas gentes.

 Para obtener el favor divino y lograr la intervención y bendición de las deidades, se las invocaba mediante el culto y la adoración y se les presentaban y sacrificaban ofrendas tales como alimentos, aromas, tejidos... De este modo también se celebraban otras prácticas como era el caso de los banquetes rituales enmarcados dentro de un calendario social y religioso o bien de carácter funerario.

Estas prácticas rituales se realizan en espacios sagrados públicos, como es el caso de los templos, pero también en pequeños santuarios locales e incluso en contextos privados, como las propias casas. 

Este muevo hallazgo, además de ampliar el perímetro urbano de morro de Mezquitilla, nos muestra posibles evidencias de estos rituales en lugares muy próximos donde se depositaron el centenar de piezas cerámicas documentadas.

En el siguiente vídeo podrás ver un reportaje sobre los nuevos hallazgos.  






domingo, 26 de junio de 2022

LA PIEZA DEL MES: El medallón fenicio de la necrópolis de Trayamar.

 



Con una cronología relativa de 633 A.C. a 601 A.C. el medallón fenicio de Trayamar (Algarrobo) corresponde a un amuleto que se colocaba en las tumbas para proteger al difunto en el más allá, seguramente también fue usado como ornamentación de las vestimentas de las élites fenicias de la época. El tema de la representación iconográfica que aparece en el medallón tiene una clara raíz oriental, conformado por un pasaje mitológico muy recurrido en la antigüedad. Encontramos paralelos iconográficos egiptizantes muy similares en otros medallones encontrados en Cartago,  Extremadura (Tesoro de la Aliseda), Malta, Cerdeña, Cádiz o Ibiza; sin embargo, seguramente sea el de Trayamar el que tenga una ejecución más depurada. El medallón formaba parte de los enseres que acompañaban a un cadáver hallado en un enterramiento, concretamente en el hipogeo IV de la necrópolis de Trayamar. Este medallón pertenecería al mismo collar al que pertenecen sin duda unas cuentas lisas de oro y unos colgantes cónicos que aparecieron “in situ” en el mismo contexto del enterramiento.

El Colgante de oro en forma de un disco macizo posee una decoración en relieve con técnica del granulado a base de pequeñas cuentas y parcialmente ejecutada con técnica de filigrana a base de delgados alambres. También se utilizó un punzón para perfilar los espacios donde se iban a realizar las escenas figurativas. El disco circular tiene un borde elevado por donde pasaba el cordón del collar consistente en un hilo fino de oro enrollado en una especie de anilla tubular, y de dos círculos de bolitas de oro. El dorso aparece liso. En cuanto al motivo decorativo, en la parte inferior aparece un cuerpo elevado, una especie de montaña o betilo, compuesto por gránulos en triangulo, y en cuya cumbre aparece una serpiente sagrada Uraeus. En las cabezas de la serpiente se posan sendos halcones de Horus. Los halcones, que miran al centro, flanquean un disco solar y una media luna portada por un ave con las alas extendidas. Sobre la parte superior del disco solar alado, culminando el conjunto, surge una serpiente realizada mediante un alambre de oro.

Este medallón de oro es ejemplo de la estrecha relación entre tecnología del oro e iconografía fenicias en la Península Ibérica. En repujado, sobre un molde cóncavo aplicado en frío, y con granulado fino y regular se crean siluetas y contornos de las figuras. La iconografía, oriental, bebe en la fuente egipcia, de la que recoge símbolos o elementos aislados, pero se transforma en una ordenación fenicia consagrada a la diosa Astarté.

Esta joya del mundo fenicio la podemos contemplar en el museo de Málaga.

domingo, 19 de agosto de 2018

EL MOLINO HARINERO DE LA UMBRÍA.



El molino harinero de la Umbría es un perfecto desconocido para todos. En la actualidad está en ruinas y casi desaparecido por completo. Para llegar hasta él hay que pasar por una propiedad privada dotada de un camino de difícil acceso.
Su construcción se podría  remontar al siglo XVII.  En las averiguaciones del catastro del marques de la Ensenada de mediados  del  XVIII ya aparece mencionado este ingenio junto a tres más del municipio, estando ya en una situación de ruina y abandono.


Este tipo de molinos  predominaron en nuestra comarca durante esa época  debido a la orografía accidentada y a la escasez e irregularidad de las lluvias, aprovechando eficientemente la limitación de los recursos hídricos.
El molino de la Umbría estaba alimentado por las aguas que discurrían por la acequia del mismo nombre. Esta pasaba mediante una compuerta a un canal denominado caz. Este tras un corto trayecto de unos metros conducía el agua  al cubo. Esta era una estructura sólida en forma de prisma que poseía en su interior un conducto cilíndrico de unos cuatro metros que almacenaba el agua y que cuando era necesario se manipulaba una compuerta situada en la parte más baja que hacía precipitar el líquido hacia el rodezno por medio de un saetín. Este conjunto se situaba en una cavidad hecha de ladrillos en el subsuelo de la construcción. El rodezno mediante sus palas, hacían girar el eje vertical que accionaba la muela, hoy desaparecida. El agua salía del molino por un arco rebajado de ladrillo macizo denominado cárcavo. Finalmente era conducida por otro canal en pendiente llamado socaz hasta el río.



Como se ha dicho, en la actualidad sólo se conserva el caz, el cubo, y un trozo de pared del habitáculo donde se realizaba la molienda. Los materiales empleados para la construcción  fueron mampuestos del terreno y argamasa de cal y arena, empleándose el ladrillo solamente para el cárcavo. Los restos del molino que faltan se emplearon como material  para hacer balates  entre los que aún se pueden ver los restos del arco del cárcavo.



En Algarrobo, existió hasta los años ochenta otro ejemplar  que quedó destruido tras las obras del camino de acceso al pueblo por las Escalerillas.
Este tipo de molinos fueron eficientes en la comarca  hasta finales del siglo XIX que fueron sustituidos por los accionados con vapor y más tarde por motores diésel y electricidad.




jueves, 28 de julio de 2011

El pecio púnico de Mezquitilla.



A partir del siglo VIII a.C. nuestras costas andaluzas fueron escenario de un fenómeno que se conoce como colonización fenicia. A través de esta, los pueblos del extremo oriental del Mediterráneo establecieron un contacto comercial y cultural con los del sur peninsular. Empleando la navegación de cabotaje, los fenicios fueron estableciendo multitud de asentamientos que con el transcurso de los años y la buena relación con las aristocracias locales, se hicieron cada vez más estables. Todo ello conllevó a la consolidación de unas rutas comerciales costeras bien definidas. Nuestra costa no quedó exenta de este fenómeno, prueba de ello son los importantes yacimientos de Morro de Mezquitilla, necrópolis de Trayamar, los pinares y Chorreras.

Es fácil de imaginar la actividad frenética en los embarcaderos cada vez que una nave cargada de mercancías llegaba al enclave, y el ir y venir de estas.
Hace unos 2500 años, una de estas embarcaciones cargada de ánforas y otros enseres, naufragó muy cerca de nuestra costa y fue a depositar su casco con su cargamento a unos 32 metros de profundidad, en las proximidades de la desembocadura del río de Algarrobo donde quedó oculta durante siglos.

En 1986 un grupo de arqueólogos subacuáticos dieron con los restos del
pecio que había sufrido los devastadores efectos del expolio y de las redes de pesca de arrastre, consiguiendo recuperar los restos de cinco ánforas que se encontraban dispersas por la zona.

Hasta el día de hoy, el
pecio de Mezquitilla es un gran desconocido para todos y desde junio de 2009 forma parte del CGPHA como Bien de Interés Cultural con la tipología de Zona Arqueológica

martes, 19 de julio de 2011

LA ERMITA DE SAN SEBASTIÁN.


Situada el la loma del Egido y rodeada por un coqueto jardín de estilo francés, se alza nuestra ermita de San Sebastián, patrón de Algarrobo. Se construyó en 1976 para sustituir a su predecesora del siglo XVII, que se encontraba en estado ruinoso y se situaba muy próxima a la actual plazoleta de la gloria, a unos 150 metros distante de la actual.

Fielmente reproducida tomando como modelo a la anterior, se levanta sobre planta de cruz latina. Consta de una nave principal y un transepto corto. En el crucero se sitúa una cúpula semiesférica, apoyada sobre cuatro arcos torales de medio punto. Sobre la cubierta del crucero se erige una pequeña torrecilla cúbica con tejado en forma de pirámide cuadrangular rematada con una veleta. Su fachada esta compuesta por una gran puerta con arco de medio punto y flanqueada por un par de pilastras imitando a gráciles contrafuertes. Coronando dicha fachada se encuentra una espadaña de frontón triangular que alberga una campana que cada 20 de enero con su incesante repicar anuncia la llegada del patrón a su templo.

El interior, carente de ornamentos, es muy diáfano y luminoso gracias a los esbeltos ventanales de la nave principal y los situados en los extremos del transepto. Centrada en la pared del altar, se encuentra una hornacina que alberga la imagen de San Sebastián.


La antigua ermita poseía una armadura de madera de par e hilera en la nave central y transepto, y octogonal sobre trompas en la del crucero. La espadaña poseía un frontón curvo y encima de la puerta de ingreso se podía observar un arco elíptico ciego de carácter ornamental al igual que una falsa imposta situada más arriba.

miércoles, 13 de julio de 2011

LA IGLESIA DE SANTA ANA.









La actual iglesia de Santa Ana data de finales del siglo XVI aunque su origen remonta casi un siglo atrás, ya que es creada como parroquia en 1505 bajo el nombre de "Parroquia de Santa María de Algarrobo, Salares y Benescalera", muy posiblemente esta denominación se deba a que tras la reconquista, estas tierras y las de Algarrobo pasaron a formar parte del Señorío de los herederos de Don Pedro Enríquez (tío de Fernando El Católico).
Más tarde esta pequeña iglesia que contaba con sólo una nave pasará a la advocación de San Andrés.
Durante la rebelión morisca de Bentomiz en 1569 la iglesia fue quemada y parcialmente destruida tal como se desprende del testimonio del libro de Apeo de Algarrobo de 1572:
Declararon que esta dicha villa de Algarrobo tiene una Iglesia , que su advocación es de san Andrés, en la cual se celebraba y al presente se celebra, el culto divino, la cual está quemada, que como este lugar es de los moriscos que se revelaron, los dichos moriscos la quemaron, y como dicho tienen, está en alberca, y las paredes están viejas y atormentadas por el fuego, y es de una nave”
Probablemente en años posteriores se procedió a la demolición del edificio y comenzara la construcción del nuevo templo con las dimensiones que posee en la actualidad y para el cual utilizaron los materiales de la anterior iglesia y emplearon la técnica de mampostería de piedra y averdugado de ladrillos nazaríes en las paredes, y ladrillos en los pilares.
Posee planta de cruz latina y consta de tres naves, dos laterales y una central más grande. Las laterales comunican con la principal a través de arcos de medio punto que se apoyan sobre pilares rectangulares con sus esquinas achaflanadas . Posee presbiterio rectangular y el crucero está cubierto de armadura cuadrada de madera y sus naves también poseen armaduras de madera más modernas.
Posee dos camarines abiertos de crucero, uno situado a la izquierda del presbiterio y otro en la pared lateral de la nave derecha con yeserías de estilo barroco. Poseía un gran retablo también barroco, de características antequeranas, que fue destruido durante la guerra civil, al igual que las imágenes de culto. De las que desaparecieron cabe destacar la de un Nazareno de la escuela de Montañés con cabello natural.

El actual Jesús Nazareno es de mediados del siglo XX (1941) y fue esculpido por el imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci; también se venera una imagen de la Inmaculada en madera, de escuela granadina, del siglo XVIII. Expuesta al culto, existe también otra Inmaculada, de pequeña estatura, realizada en madera policromada del siglo XVII y atribuida a Alonso de Mena. Podemos destacar también una imagen de vestir de la Virgen de los Dolores datada del siglo XVIII ó XIX (aunque un posterior estudio para su restauración sitúa su origen posiblemente en el siglo XVI, pese a que su datación se establezca dos o tres siglos después por las numerosas modificaciones que al parecer ha sufrido según las épocas), de hecho existen documentos del siglo XVI que ya hablan de un camarín destinado a albergarla.